El 11 de enero de 2025, en el Santuario de San Damián en Asís, se inauguró oficialmente el VIII Centenario del Cántico de las Criaturas (1225-2025)
Celebrar como Familia Franciscana el Centenario del Cántico de las Criaturas nos lleva a un cambio radical en nuestra relación con la creación, que consiste en sustituir la posesión por el cuidado de nuestra casa común.
El papa Francisco escribe en Laudato Si: “Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior”. (Cf. Laudato Si,10)
Daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas
Laudato Si, 11
“Su discípulo San Buenaventura decía de él que, «lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas». Esta convicción no puede ser despreciada como un romanticismo irracional, porque tiene consecuencias en las opciones que determinan nuestro comportamiento. Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio”. (Cf. Laudato Si, 11)
“Murió cantando” anotará Celano al relatar los últimos momentos de la existencia de Francisco. El Cántico de las criaturas es uno de los testimonios del ininterrumpido cántico que fue su vida.
CÁNTICO DE LAS CRIATURAS
Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
Solo a ti, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de mencionarte.
Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
que es día, y por él nos iluminas;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti, Altísimo, lleva significado.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas:
en el cielo las has formado claras, preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire, el nublado y el sereno, y todo tiempo,
por el cual das sustento a tus criaturas.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,
que es muy útil, humilde, preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y él es bello, alegre, robusto y fuerte.
Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana madre tierra,
que nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con flores de colores y hierba.
Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.
Bienaventurados los que las soportan en paz,
porque por ti, Altísimo, serán coronados.
Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar:
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!
Bienaventurados aquellos que encuentren en tu santísima voluntad,
porque la segunda muerte no les hará mal.
Alabad y bendecid a mi Señor,
dadle gracias y servidle con gran humildad.
San Francisco de Asís