Septiembre es para nuestra congregación un mes entrañable. El día 7 de septiembre del año 1731, las señoras Darderas inician oficialmente el servicio a las enfermas del Hospital de la Santa Cruz de Barcelona.

El fin peculiar de estas señoras, y que siempre lo vivieron con constancia y tenacidad, era amor a los enfermos y necesitados. Ya su fundador Francisco Darder, impuso en su testamento (a. 1731) el objetivo fundacional de esas señoras “que debían, además de vivir en una pequeña comunidad, dedicarse al cuidado de las enfermas del Hospital de la Santa Cruz de Barcelona, incesantemente, tanto de día como de noche, continuamente y perpetuamente, todos los días”.

Con estas palabras, Francisco Darder marca unos rasgos característicos en el servicio de caridad, que nosotras las Hnas. Franciscanas Misioneras de la Natividad de Ntra. Sra. transmitimos hasta el día de hoy.

Cada año, desde 1896, el 8 de septiembre, celebramos nuestra fiesta patronal, la Natividad de la virgen María. Para nosotras, sus hijas, es un motivo de renovación del amor hacia Ella, del sentirnos familia, del impulso misionero, del servicio de caridad. Celebrar su Natividad, nos evoca y nos provoca fidelidad a la escucha de la Palabra de Dios, que nos habla en las necesidades de los que nos rodean, en los acontecimientos de cada día.

María es la mujer de la escucha. Escucha atenta de Dios y de los acontecimientos de la vida. La escucha moviliza pone en camino. María después de escuchar al ángel se pone en camino y va donde su prima Isabel. La escucha parte de una decisión y lleva a la acción. De aquí, el lema que nuestra recordada Madre Antonia Valencia, deseaba ver hecho realidad en todas nosotras, Hermanas “siempre adelante, nunca atrás”.

“Siempre adelante, nunca atrás”

Madre Antonia Valencia