Las Hermanas Franciscanas Misioneras de la Natividad de Nuestra Señora (Darderas)

Consagradas a Dios vivimos en comunidad, estamos entregadas al servicio de caridad con los enfermos y necesitados siguiendo el ejemplo de Jesús que pasó haciendo el bien y dio la vida por todos. De ese modo queremos hacer presente en nuestra sociedad el amor misericordioso del Padre como Buena Noticia de vida para todos. El espíritu de nuestros fundadores Francisco Darder e Isabel Ventosa y la espiritualidad mariana-franciscana conforman nuestro estilo de vida y de servicio: humilde y pobre, sencillo y alegre, fraterno y acogedor, atento y solícito ante la necesidad, constante y universal.

El fin de la Congregación es dar gloria a Dios mediante la práctica de la caridad hasta el heroísmo, si fuera necesario, al servir a Cristo en los enfermos y mediante la disponibilidad para ejercer esta caridad heroica en los necesitados que se nos hacen presentes. Así seguimos el ejemplo de Cristo que pasó haciendo el bien y dio la vida por todos.

La Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de la Natividad de Ntra. Sra. (Darderas) tiene sus raíces en el movimiento de espiritualidad y asistencia caritativa de la llamada “Congregación seglar de la Natividad de Nuestra Señora” fundada en el año 1599 en el Colegio de Belén de los padres de la Compañía de Jesús de Barcelona. Esta congregación se dedicaba principalmente al ejercicio de la caridad con los enfermos del Hospital de la Santa Cruz y de las cárceles. El congregante Francisco Darder funda en 1731 una causa pía de mujeres con el fin de atender a las enfermas del Hospital de la Santa Cruz de Barcelona. Esa causa pía será transformada en congregación religiosa en 1896 por Madre Isabel Ventosa Roig.

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Nuestra historia

Congregación seglar de la Natividad de Nuestra Señora

La Congregación seglar de la Natividad de Ntra. Sra. fundada en Barcelona tenía como finalidad la santificación de sus miembros y procurar el provecho espiritual y temporal del prójimo. Algunos de ellos entregaron la vida al servicio de los enfermos. Los congregantes vivían su vida cristiana, bajo la protección de María, sirviendo a Jesucristo en el enfermo, en el preso, santificando su vida por la caridad y el ejercicio de las virtudes cristianas. Su espiritualidad era el mismo evangelio: “Estaba enfermo y me visitaste, en la cárcel y me viniste a ver…” (Mt. 25, 35-40) “Cuantas veces hicisteis esto a uno de mis hermanos, a mí me lo hicisteis”.

Causa Pía Francisco Darder

Al joven cirujano del Hospital de la Santa Cruz y congregante, Francisco Darder, se le debe la fundación de la Causa Pía de Darder. En su testamento, otorgado el 30 de diciembre de 1730 deja sus bienes al Prefecto de la Congregación seglar de la Natividad de Ntra. Sra. para el mantenimiento de una comunidad de señoras que cuiden todos los días de las enfermas del hospital. La fundación de la Causa Pía fue aprobada por la Congregación seglar de la Natividad de Ntra. Sra. el 2 de enero de 1731. Francisco Darder marca unos rasgos en la práctica de la caridad: Cuidarán de las enfermas con todo celo y devoción “Incesantemente, tanto de día como de noche, continuamente y perpetuamente, todos los días”.

Hermanas Franciscanas Misioneras de la Natividad de Nuestra Señora (Darderas)

Nacida de la transformación de la Causa Pía de Darder en congregación religiosa bajo la guía de la superiora de la casa, Madre Isabel Ventosa. Fue ayudada por el Dr. Antonio Riu, Presbítero. y director espiritual de las Darderas. El Dr. Salvador Casañas, entonces Obispo de Urgell, redactó las nuevas constituciones que deberían regir a la comunidad. Esas constituciones recogen el legado espiritual recibido de la Congregación seglar de la Natividad de Ntra. Sra. y de la Causa Pía de Darder, pero además, por deseo explícito de las Hermanas, serán “franciscanas” adoptando como base la Regla de la Tercera Orden Regular de San Francisco de Asís.

El 2 de abril de 1895 fallece M. Isabel y al año siguiente –el 11 de abril de 1896- es aprobada la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de la Natividad de Ntra. Sra. por el obispo de Barcelona, Dr. Jaime Catalá Albosa. El 18 de febrero de 1914 la congregación obtuvo la aprobación pontificia.

Francisco Darder

Francisco Darder nació en la localidad de Sant Feliu de Guíxols, provincia de Girona (España), hacia el año 1660. Hijo del pintor Juan Darder y de Margarita Darder i Barrich, fue el segundo de tres hermanos: Juan, Francisco y María Manuela. Realizó estudios de cirugía y formó parte del estamento de jóvenes cirujanos, ejerciendo en el Hospital de la Santa Cruz de Barcelona. En 1691 residió en la calle del Hospital de Barcelona, muy cerca de la clínica, pero posteriormente se trasladó a la calle del Carmen. Perteneció desde joven a la Congregación seglar de la Natividad de Nuestra Señora de Belén de Barcelona, orden junto a la cual acudía diariamente al hospital a asear, afeitar, lavar y cortar el cabello de los enfermos y enfermas.

Siguiendo el ejemplo de otro congregante, Francisco Darder creó una fundación para atender a las mujeres ingresadas en el Hospital de la Santa Cruz. Después de habérselo propuesto al Prefecto, convocó a tres mujeres, las «Señoras Darderas», para que asistiesen y sirviesen en esta clínica. Mariana Escolà, Catalina Pons y Maria Figueras vivieron, desde entonces, en dos casas de la calle del Carmen para dedicarse a este propósito.

Estando ya enfermo, Francisco Darder cedió sus bienes a la Congregación Seglar de la Natividad para que las «Señoras Darderas» pudieran dedicarse a la atención espiritual y corporal de las enfermas del hospital. De esta manera, el 2 de enero de 1731 la Congregación de la Natividad aprobó la fundación de la Causa Pía. Francisco Darder, para su consuelo, vio realizado su deseo, y recibió los santos sacramentos y falleció el 4 de enero de 1731 en su casa de Barcelona. Obtuvo sepultura en el cementerio de la Iglesia del Pino de Barcelona después de una vida llena de méritos y obras de caridad.

Isabel Ventosa

Isabel Ventosa nació el 30 de noviembre de 1834 en la localidad barcelonesa de La Geltrú, y fue bautizada el mismo día en la Iglesia parroquial de Santa Maria. Hija de Cristóbal Ventosa y Eulàlia Roig, fue la tercera de siete hermanos.

En 1856, a los 21 años, Isabel sintió la llamada de Dios y decidió ingresar en la comunidad de «Señoras Darderas» de Barcelona. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no era una congregación religiosa, por lo que pensó en abandonarla. No obstante, el director espiritual y confesor Padre Manuel Cavaller le ayudó a darse cuenta de que no era esa la voluntad de Dios, que tenía que ofrecer su sacrificio personal permaneciendo en la Causa Pía. Es así como Isabel Ventosa vivió su vocación cumpliendo la primera obligación de las Darderas: ver a Cristo en el enfermo, cuidarlo y atenderlo espiritual y corporalmente. Se entregó al Señor y a su Santísima Madre en el Hospital de Santa Cruz. En 1876, fue nombrada superiora y es así como la comunidad inició un nuevo rumbo, amplió su campo de apostolado, y asistieron a enfermos en casas particulares, formaron a jóvenes en la práctica de planchado y labores, y realizaron el planchado eclesiástico.

Gracias al empeño de Madre Isabel Ventosa, volcada en cuerpo y alma a la búsqueda de la santidad para sus hijas, se va consolidando en la comunidad un estilo peculiar de vivir el evangelio, el cual quisieron que fuese plasmado en sus constituciones como orden religioso. Para tal fin, encontró apoyo en el Dr. Antonio Riu, director espiritual de la comunidad, que tuvo una participación decisiva. Y también tuvo soporte del Dr. Salvador Casañas, entonces obispo de Urgell, y del Cardenal de la ciudad de Barcelona. Durante el tiempo de elaboración de estas constituciones, Madre Isabel no descansó en su deseo de verlas terminadas, aún a costa de la tuberculosis que comenzaba a aquejarla. En el momento de su muerte, el 2 de abril de 1895, estaban ya elaboradas. Un año después, obtuvieron la aprobación diocesana. Aunque Madre Isabel no pudo ver en vida los frutos de su trabajo, sigue presente entre nosotras y nos observa desde el cielo.

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    Montevideo – Casa San José

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