El día 4 de octubre fiesta de san Francisco de Asís, como Franciscanas Misioneras de la Natividad de Ntra. Sra. celebramos nuestra fiesta Patronal. Es una oportunidad para renovar el deseo de vivir según el espíritu de San Francisco, humilde, pobre, sencillo, fraterno, para desde estas actitudes servir a Jesucristo en los enfermos, necesitados y en la defensa de la casa común.

El día 4 de octubre termina el llamado Tiempo de la Creación, inspirado en la encíclica “Laudato Sí”. Cada año empieza el 1 de septiembre y termina el 4 de octubre, fiesta de San Francisco patrón de la ecología.

“El Tiempo de la Creación es un tiempo de gracia que la Iglesia, en diálogo ecuménico, ofrece a la humanidad para que renueve la relación con el Creador y con la creación, a través de la celebración, la conversión y el compromiso juntos. En otras palabras, el Tiempo de la Creación es la celebración ecuménica anual de oración y acción por nuestra casa común”. Es tiempo propicio para vivir el Evangelio protegiendo y curando la Creación.

En 1989, el patriarca ecuménico Dimitrios, de la Iglesia Ortodoxa Oriental, proclama como Día de Oración por la Creación el 1 de septiembre. Una década más tarde, se unen otras iglesias para también celebrar el Día de Oración por la Creación.

“No hay ecología sin una adecuada antropología”

Laudato Sí, 118

Y a partir de la publicación de la encíclica “Laudato Sí”, surge la celebración anual del “Tiempo de la creación” dirigido por una red ecuménica, para un nuevo diálogo sobre cómo estamos dando forma al futuro de nuestro planeta y el requerimiento de una nueva solidaridad, que apoye a las personas más vulnerables y les permita vivir en dignidad. “No hay ecología sin una adecuada antropología” (Laudato Sí, 118).

Según el papa Francisco, cuidar de la creación es también una forma de cuidar de nuestros hermanos y hermanas, ya que un clima cambiante significa, por ejemplo, lluvias impredecibles, tormentas más destructivas y la propagación de mosquitos. Lo que, a su vez significa, más hambre, más enfermedades, más migración y más conflictos.

Aunque el cambio climático afecta a todos, son los pobres quienes tienen menos recursos tanto para prevenir como para recuperarse de sus devastadoras consecuencias. Abordar la crisis del cambio climático es una forma fundamental de cuidar de todas las personas y, especialmente, de “los más pequeños”. 

 “Alabado seas mi Señor, con todas tus criaturas”, rezaba san Francisco de Asís. Con esta oración sencilla pero profunda, ha permitido que los creyentes de muchas generaciones reconozcan a la creación como fruto del Amor eterno de Dios.